Bueno el caso es que viendo esta deserción en masa optamos por realizar un nuevo fichaje: Manolo, que aunque nunca había hecho barrancos, ni rápeles asombró a todos con su soltura y agilidad a la hora de solventar las distintas complicaciones que nos ibamos encontrando y más de un susto que nos dio al "arrimarse" demasiado a las cabeceras de pozo. ¡Manolo, abaate dahí!...¡Manolo, tate quieto...!¡Manooolo..........!
En primer lugar nos escontramos un pasamano-tirolina donde Diego nos demostró cómo no deben de resolverse los pasos complicados, esto es: con el máximo esfuerzo y con el mayor desgaste físico.
Bueno, y ahora ¿qué hacemos? ¿cortamos la cuerda? ¿nos la jugamos?
Manolo y Diego trataron de subir por un lateral para bordear el rapel y conseguir llegar a la cabecera de pozo: suicidio seguro.
Mientras José Luis, la voz de la experiencia y la teoría, aconsejó ir clavando spits de reaseguro para con la ayuda de la técnica alpina subir por la cuerda trabada con el dichoso nudo. Previamente habíamos hecho las comprobaciones pertienentes y aquello parecía que podía resistir ¿pero quién era el guapo que se la jugaba?...
Pedro después de acceder a una primera repisa (menos mal que el rapel era algo escalonado) sería el encargado de colocar el primer spit; mientras desde abajo era muy bien "dirigido" por José Luis.........Después de este primer spit, Pedro quedaría neutralizado para el resto de la operación de rescate.
Acto seguido tomamos el relevo José Luis y yo. José Luis "asegurándome" desde el spit y yo jugándomela hacia arriba por una cuerda trabada con un nudo de resistencia incierta............
Entre tanto Manolo que no dejaba de ofrecerse voluntario para una operación estilo kamikaze: que si pasa una cuerda por aquel arbusto y yo me subo, que si "dearme solo".....
Bueno, después de haber subido un tramo de 1 metro y medio, haber estado dudando si colocar otro spit o no (lo que hubiera supuesto una demora importante) conseguí llegar a una repisilla (por llamarla de alguna manera) y establecer contacto visual directo con el jodido nudo y ver que aunque no fuera un nudo convencional, aquello tenía todo el aspecto de poder aguantar mi ascenso final y así fue.
El desayuno fue en la Venta Riofrío: correcto y la cena en el Mesón La Estación (en la Estación de Salinas) muy bien aunque un poco caro; pero mereció la pena después del día que echamos.
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